jueves, 17 de enero de 2013

El sonero del pueblo


                                Augusto Rubio Acosta

La primera vez que conversamos largo y tendido, ya no éramos tan jóvenes que digamos. Corrían los primeros días del nuevo siglo en la avenida Bolognesi, era de madrugada, hacía frío, estábamos en una taberna bebiendo de alguna pócima enjundiosa, disfrutando de la nocturnidad y de sus ritos. Lucho Oliva llegó a la puerta, desató su sonrisa contagiosa y pronunció su grito de batalla.
"¡Óyeme...!", se escuchó en el ambiente y de las otras mesas saltaron desinhibidos personajes de toda laya que se acercaron al instante para estrechar la mano diestra del sonero, mientras se oía el destapa y despacha de las botellas frozen en la barra y la música se tornaba un torbellino en la pista y en los pasos de baile de quienes se animaron a sacarle brillo a las losetas de tanto girar.


Lucho Oliva terminó en nuestra mesa, brindamos decenas de veces mientras nuestras voces se tornaban graves y amenguadas en tanto nuestras sonrisas brillaban en la nocturnidad de unos ojos que empezaron a pertenecerle a otro mundo. La cabeza le daba vueltas a uno conforme avanzaban las horas y la gente de las mesas golpeaba sus puños contra las sillas pidiendo a gritos "¡que Lucho cante!, ¡que cante Lucho!, ¡Lucho, canta causita, canta!...", mientras el sonero se deleitaba con el arrastre popular y la impaciencia de sus hinchas coterráneos.


El cantante del pueblo estaba en escena como en sus mejores años. Tenía el micrófono en mano y había anunciado que interpretaría "Llora corazón", la cancioncita esa de Rafael Hernández, que tanto golpea, que tanto instiga. Empezaron los acordes, se inició el rito. Y la gente, la masa, el pueblo, se echó a cantar...


"Las Totoritas estaban donde ahora están las calles Tarapacá y Pizarro, en el Rímac. Ahí cambiaba de carril el tranvía N° 2. En ese barrio guapo de abajo el puente me crié hasta los catorce años en que vine a Chimbote a conocer la tierra de mi padre y la iglesia de Santa donde me bautizaron". Lucho hablaba entrecortado sobre la visita a casa de su hermano en el cerro San Pedro. Tenía menos de quince años y para ese tiempo no sabía que vino al puerto para quedarse.


"Mi hermano era chofer en Gildemeister. Aquí aprendí a pescar, llegué a ser motorista, empecé a cantar entre jarana y jarana, aquí conocí a mi Lea Elizabeth, cumplí treinta años y la hice mi esposa". Oliva seguía hablando y nadie lo interrumpía, disfrutábamos de sus pausas y de su voz aguardentosa de falso cubano del Rímac.


El viejo Lucho cantó en el "Ritz", "El Caribe", "El Sarán", y tantos centros nocturnos donde paseó su voz endiablada y primigenia. Así, entre amigos y con un vaso al centro de la mesa, Oliva empezó a interpretar sus primeros boleros, se asomó al balcón de las chicas de su tiempo para entonar serenatas, y le dedicó el espacio suficiente en su voz y en su vida a la música criolla y a la salsa.


¿De dónde Rumbaney, Lucho?, ¿de dónde el nombrecito ese de los Clever's Swing?, ¿cuál primero, cuál después?...


"En 1966 llegaron al puerto Germán Galloso y Germán Mantilla, ellos ya se llamaban Rumbaney. Llegaron de Chorrillos para tocar en un local que ya ni me acuerdo su nombre; la vaina es que llegaron y conocieron a Daniel Cortez, Chalo Gonzáles, Electo Luna y a mí. Así formamos un conjunto musical y nos hicimos llamar primero Clever's Swing, al poco tiempo decidimos adoptar otro nombre: Los Rumbaney.


Lucho bebió esa noche con nosotros, fastidiamos al mesero hasta el delirio, contamos chistes y nos pusimos guantes al salir porque hacía un frío bravo, de esos que lo hacen a uno doblarse ante la garúa de las madrugadas sin nombre. De aquella primera vez, a la última vez que lo vimos pasaron años. En diciembre pasado nos volvimos a encontrar en el auditorio edil, durante la presentación de la novela de Fernando Cueto, "Llora corazón". Esa noche cantó sus viejos temas, se movió lento, pausado en el escenario, y la gente lo aplaudió de pie y a rabiar, mientras por sus mejillas se deslizaban breves lágrimas de gratitud y de nostalgia.


Hoy hemos venido a ver a Lucho a ésta su casa de Unicreto, donde Lea lo cuida mientras sus nietos merodean alrededor de su leyenda. Aquí hemos ampliado a detalle lo que ya sabíamos de su historia, nos ha mostrado sus discos, su medalla y hemos hablado de los años dorados de Los Rumbaney, debutando el 68 y prolongando su música hasta el año del mundial de Italia.


"En 1968 empezamos a tocar en todas partes. Chimbote conoció el inicio, éramos jóvenes, muchachos estábamos. Después del terremoto de 1970 nos salió un contrato en Lima, una chamba en la avenida La Colmena donde empezamos a sonar fuerte. "El Fontana" se llamaba el lugar; de ahí saltamos a "El Durísimo", del jirón Washington, a "El Mundialista", de Barrios Altos, y a otros escenarios de la avenida Grau. Tantos recuerdos..."


El viejo sonero luce hoy una gorra oscura al estilo Neruda, se ha acomodado en los muebles de la sala y se acerca Lea, su inseparable compañera.


"Nunca me pagaron regalía alguna por mis canciones. Primero yo era bajista y cantaba de vez en cuando, sobre todo cuando eran temas salseros. En Lima grabamos nuestros primeros singles: El poncho, Córtenle la lengua, Llora corazón, Cholito, Cumbia india... En 1978, antes de decidirnos por regresar a Chimbote, ganamos el concurso de salsa organizado por el Diario La Crónica. Una vez en casa, empezamos a hacer giras por todo el país. Uno a uno grabamos decenas de singles que después fueron recopilados en long plays", recuerda Oliva, con la vieja sonrisa que nunca perdió.


Sesentaicinco años vividos a intensidad -pensamos-, en octubre se cumplen sesentaiseis y la vida ahora lo ha distanciado un tanto más allá de los escenarios a los que el sonero está acostumbrado. Ahora un cáncer maligno de segundo grado es motivo de una lucha constante contra el destino. Quimioterapias cada veinte días se vienen sucediendo, junto a compras continuas de costosos medicamentos, inhaladores y viajes a Lima, la horrible.


"A mí me han sacado del cajón, hermano. Gracias a mi mujer he salvado la vida. Ella ha hecho de todo para curarme; felizmente los amigos se han acordado de mí y la casa se llenó de bote a bote cuando hubo que hacer actividades pro fondos. Ahora me trato en Neoplásicas... Yo he sido bohemio siempre, galvista aunque nunca me gustó jugar pelota, pero aún sigo cantando. Por eso he venido a Chimbote para el Día del Padre y voy a cantar en dos lugares nuevos. Acabo de grabar un nuevo disco, tú sabes cómo son estas cosas, hay que seguir nomás, seguir..."


Lucho Oliva se ha puesto de pie y nos muestra las fotos de sus nietos. El sonero se ha quedado sin cabello a raíz del tratamiento químico que recibe, pero conserva la chispa de siempre. ¡Óyeme, Lucho, óyeme tú, chico!... Estará bien que ya no puedas saborear la comida que antes te empujaste a forro, pero pescado y frejoles ya es bastante a tus años bien vividos.


La hora del almuerzo se acerca en Unicreto, y Paul -el reportero gráfico- se encarga de las tomas de rigor. Salimos de esa casa en el sur de la ciudad y Lucho ha salido a la puerta para despedirnos. Afuera el frío inclemente de junio y el regreso al periódico. Una foto: la mejor postal para inmortalizar tu recuerdo, amigo, porque esta crónica se tornará amarilla con los días, las semanas, los años, y sólo servirá para envolver el pescado que despachan las vendedoras de pejerrey en "El Progreso", los días de veda en que ni el sol se asoma en ésta mi maldita pero entrañable ciudad.

domingo, 30 de enero de 2011

IV Taller de Periodismo Narrativo (Crónica)

Este 16 de febrero se inicia el IV Taller de Periodismo Narrativo (Crónica) a cargo del escritor y periodista Augusto Rubio Acosta, espacio de lecto-escritura dirigido a estudiantes y docentes de ciencias de la comunicación, periodistas y público en general. El temario es el siguiente:

Breve historia del periodismo. El periodismo y la literatura, tan lejos tan cerca. Entrevista, reportaje y crónica.

El nuevo periodismo. La crónica. Las mil y un posibilidades del género. De la historia lineal a la estructura. Tiempo narrativo. Punto de vista: el periodista como narrador. Primera persona.
La voz. Personajes. Cómo elegir al protagonista. Como presentar al protagonista y otros individuos. Tercera persona. Omnisciencia y equisciencia.
La realidad vista. Cómo describir el lugar de los hechos, cómo transportar al lector.
Cuándo se explica. Para quién se narra. Mostrar sin explicar. Manejo de datos y diálogos. Tensión narrativa. Importancia del primer y último párrafo.
Revisión final, ritmo y efectividad.

El Taller consta de 16 sesiones y se dictará los días miércoles y viernes de 7:00 pm a 9:00 pm en la sede de la Universidad San Pedro ubicada en avenida Bolognesi 421 - Chimbote.

Inversión:
Estudiantes S/: 120.00
Profesionales y público en general S/: 150.00
Certificación al final del curso.

Informes e incripciones abiertas: Campus Universitario Universidad San Pedro o en los teléfonos: 326150 - 329486 (anexo 207) - 943 270950 - 943 663723 o a RPM: * 197314

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Memorias de mi pequeña patria

El suscrito le debe el 90% de lo que ha leído a las bibliotecas. Y el post que he empezado a escribir nace más de un lector que de un escritor, a pesar que la historia de un escritor sea la de un lector al fin y al cabo. El presente testimonio proviene de alguien que lee permanentemente, un sujeto para quien la lectura es una de las actividades centrales de su existencia, un individuo a quien -dado el añoso vicio que padece- siempre es posible preguntarle ¿qué cosa estás leyendo?, alguien que hoy deja constancia aquí de las sensaciones que ha experimentado en los entrañables espacios que discurren paralelos a la escritura y al libro desde tiempos inmemoriales.
La primera biblioteca que pisé fue la del Colegio Raimondi, un lugar frío, ordenado y anodino, lamentablemente destinado más a las reuniones del profesorado que al fomento del hábito de la lectura, donde realicé mis primeras y brevísimas performances con libro abierto. En casa los volúmenes que empezaron a formar mi primera biblioteca todavía no merecían calificarse como tal, de modo que tuve que esperar varios años. La Biblioteca Municipal César Vallejo de Chimbote (entonces ubicada en la Plaza de Armas) fue el segundo espacio de su género que visité regularmente y donde pasé largas jornadas leyendo los cuentos de los hermanos Grimm, las ficciones de Lewis Carrol, Julio Verne y a los primeros autores peruanos. La Biblioteca Garcilaso de la Vega, de Nuevo Chimbote, fue otro de los lugares que frecuenté esporádicamente; la triste realidad del lugar (sin fondo bibliográfico decente, abandonado y postergado siempre) me permitió leer -sobre todo- las revistas que guardaba en sus anaqueles al alcance del público, ejemplares que poco a poco fueron desapareciendo.
Esperé buen tiempo para pisar una gran biblioteca. En 1990 ingresé por primera vez a la Biblioteca Nacional del Perú (entonces en su sede de la avenida Abancay), un espacio que me impresionó al examinar sus ficheros, pero a la vez desanimó al constatar que no sería posible leer o al menos saber a ciencia cierta de qué constaba tamaño fondo bibliográfico. En el lugar, poblado a toda hora de investigadores, coleccionistas y lectores voraces, transcurrieron largas horas de mi primera época universitaria. En ese tiempo ya intuía que tarde o temprano me dedicaría a escribir narrativa, pero era consciente que necesitaba una disposición de vida, prestar mucha atención a las personas ajenas, ser receptivo a sus intereses, al lenguaje y la sintaxis que utilizaban, a las películas que veían y sobre todo a su conducta. Necesitaba leer harto y leer bien, necesitaba vivir...
La biblioteca siempre fueron para mi el lugar perfecto: un lugar que ofrecía a manos llenas sus enormes colecciones, un espacio para el estudio y el encuentro, un refugio para escapar de la calle y su caótico día a día, sillas y mesas, estantes y libros, felices coincidencias.
Al inicio de los noventas, durante el primer año en que empecé a estudiar inglés, descubrí a Somerset Maugham y a los cuentistas anglosajones en su lengua materna gracias a las lecturas propias del aprendizaje de un segundo idioma y al préstamo de libros de la Biblioteca del Británico de San Isidro. De ese tiempo viene mi fanatismo por The Beatles, de los gruesos volúmenes en inglés que contienen la vida, música y pasión de los cuatro de Liverpool. De esa época también proviene mi primer acercamiento a la Internet: en la Biblioteca del Británico se realizó una de las primeras charlas informativas sobre la carretera de la información y se instalaron las primeras computadoras con conexión a la red de redes.
Párrafo aparte merece la Biblioteca de El Olivar de San Isidro, el espacio libresco que más años me ha acogido y en mi modesta opinión el lugar ideal para una lectura prolongada y placentera. Instalada en el corazón del Parque El Olivar, el lugar respira historia y recuerdos vivos de las épocas virreynal y republicana (los orígenes del parque datan del siglo XVI); su galería de arte y la laguna situada al pie de la biblioteca, con sus artificios de agua y luces, hacen de la lectura una experiencia grata, sosegada, de calma y luz dentro de la sociedad en que vivimos. En la Biblioteca de El Olivar me alimenté como nunca antes, conviví con bibliotecarios, estudiantes y lectores comunes y corrientes largas temporadas, escarbé en sus vastos archivos, me sumergí en el mar de información que contenía e ingresé como se debe a las culturas del mundo, a las vastas manifestaciones espirituales de los pueblos de cualquier época. En la Biblioteca de El Olivar empecé a escribir y a desechar mis primeros cuentos, viví a mis anchas entre su fondo bibliográfico, fui enormemente feliz. El día que abandoné la capital me prometí volver cada cierto tiempo: de vez en cuando llego para donar ejemplares de los libros que voy publicando y en pocas semanas llega una carta de agradecimiento a casa, lo cual me hace sentir nostálgicamente reconfortado.
La Biblioteca Central Pedro Zulen, de la Universidad de San Marcos es otro de los espacios a los que guardo un gran cariño. Lugar común para los estudiantes, la biblioteca se constituía en no pocas ocasiones en el lugar perfecto para pasar el rato cuando no se tenía nada que hacer, cuando se deseaba leer simplemente, pensar, realizar tareas, elaborar afiches, organizar marchas, protestas o actividades culturales relacionadas con la realidad que vivimos durante la dura época del conflicto armado interno en el Perú. En la Pedro Zulen de los años noventa era común ver dormidos sobre el libro abierto a algunos estudiantes exhaustos. En el lugar leí básicamente literatura: revistas, folletos, trípticos, afiches, plaquetas, libros, una impresionante colección historiográfica de la literatura peruana guardan sus estantes y archivos.
La Biblioteca Municipal César Vallejo de Chimbote también me ha dado mucho. Los últimos diez años los he pasado en sus ambientes, primero en su inadecuado local de los altos del Mercado de Peces y hoy al interior del Centro Cultural Centenario. Si bien es cierto el ritmo de mis lecturas se han visto mermadas a raíz de mi incursión en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, de vez en cuando me introduzco de nuevo en su piel, en la organización de algunas actividades culturales, en su vida.
La última década he visitado bibliotecas diversas en espacios disímiles, algunas con recursos humanos adecuados, infraestructura y fondos bibliográficos, otras con sólo la fuerza y la fe en la lectura que le ponen sus bibliotecarios y lectores. Las bibliotecas son mi segundo hogar, siempre lo han sido; en ellas he detenido el tiempo, he sabido que estoy vivo, he aprendido, pensado y descubierto el mundo, me he conocido a mi mismo y he compartido un legado común. En las bibliotecas he desterrado la melancolía, la duda, la negación, el ruido callejero, la fealdad de la vida. Las bibliotecas han sido siempre mi último refugio del mundo, mi lugar de evasión e imaginación, un espacio donde soñar, escribir y crecer.
Al suscrito le indigna que las bibliotecas no lleguen a todas partes ni a todos los peruanos, enerva que existan pueblos tan cerca de las urbes (o en las mismas ciudades) donde los libros les sean vetados a los niños excluidos que desean salir de la miseria a través de la lectura. Las bibliotecas y el libro merecen el lugar protagónico en la sociedad en que vivimos, un presupuesto digno y el espacio que les ha sido históricamente negado por los desilustrados gobernantes que tenemos y hemos tenido siempre. Decía Vallejo, el poeta de todos: "Hay hermanos, muchísmo que hacer", y no le faltaba (ni le falta) razón. Gracias por permitirme compartir este post con las memorias de mi pequeña patria (las bibliotecas), me lo estaba debiendo.

jueves, 5 de agosto de 2010

Profe Blanco ¡libertad!, nosotros estamos contigo

Conozco al profe Guillermo Blanco desde mis años en la escuela primaria, de los once años que compartimos juntos en Raimondi y ese tiempo -el más mágico de nuestra existencia- nos bastó para conocer la calidad profesional y de persona que siempre ha tenido. Fue Blanco quien nos inculcó la pasión por la lectura, con él aprendimos a ser solidarios, a identificarnos con las causas justas y a no rendirnos a pesar de las adversidades. Todavía lo recuerdo de pie ante el pizarrón explicándonos las razones que teníamos para nunca dejar de estar aprendiendo algo positivo, todavía lo recordamos con su bota de yeso llena de firmas, la vez que una fractura lo sacó de circulación -allá en los años ochenta- y tuvimos que ir a su casa de Banchero a visitarlo. Por eso el jueves, de mañana, cuando desperté y hallé en el celular el mensaje de texto de mi hermano comunicándome la noticia, cuando después fui al kiosko de periódicos y me encontré con la lectura de un hecho a todas luces impactante para quienes sabemos de quién estamos hablando, sencillamente no podía creerlo... Cómo voy a creer en una acusación como la que se le atañe, cómo vamos a creer que Blanco es capaz de dañar a un menor de edad con semejante bajeza, cómo vamos a creer que el Poder Judicial ha sido capaz de actuar con tanta celeridad, de disponer se arranque brutalmente al profe Blanco de su aula raimondina ante la mirada estupefacta de todos y de encerrarlo en una carceleta para al día siguiente enviarlo al Penal de Cambio Puente.
¿Ésa es la justicia que tenemos? ¿Así se trata a quienes toda su vida han sabido conducir a generaciones de estudiantes por el camino correcto? Desde estas líneas damos la cara y ponemos el pecho a favor de quien ha sido y siempre será nuestro maestro. Aquí nadie se está negando a aceptar lo que dictamine una investigación transparente y exhaustiva, que estamos seguros servirá para aclarar de una vez por todas las verdaderas razones por las que Guillermo Blanco se encuentra donde se encuentra: internado en una clínica y a escasa distancia de una cárcel. Desde este espacio exigimos se investigue y rastree psicológicamente la personalidad del menor de edad que acusó a Blanco, demandamos se analice y tenga en cuenta la realidad psico-afectiva de la familia acusadora y al Tercer Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia del Santa le instamos a que cambie la orden de detención por una de comparecencia. Y esta voz no sólo me pertenece, es la voz, el clamor de quienes creemos en la inocencia de uno de los maestros con más prestigio en nuestro antiguo centro de estudios.
Ayer, en Facebook, las muestras de solidaridad crecían de parte de estudiantes, ex alumnos y ciudadanos anónimos que siempre hemos estimado al maestro. "No me tumbarán". La frase se la dijo Blanco a uno de los tantos ex alumnos que lo han visitado en la clínica y se ha repetido de boca en boca durante la vigilia de anoche en el frontis del colegio, durante la marcha que a continuación se improvisó alrededor de la plaza de armas y a lo largo del breve plantón ante la casa del director de raimondi, donde la masa humana (compuesta de niños velitas y pancartas en mano, madres de familia, colegas, ex alumnos, familiares y amigos) exigió a gritos que éste renunciara a su cargo y se iniciara una nueva era en el colegio.
¿Qué está pasando en Raimondi? ¿Por qué es vox populi la existencia de una mafia enquistada alrededor del poder en la institución? ¿Por qué algunos viejos maestros raimondinos temen que algo malo les pueda pasar? ¿Por qué no se reconoce como es debido el rol de educadores que han cumplido y cumplen toda una generación de profesores que han dejado su vida en las aulas de la esquina de Espinar y Enrique Palacios? ¿Por qué Raimondi se ha estancado como colegio? ¿Por qué se ven tan lejanos los días en que los raimondinos hacían noticia por sus logros académicos y deportivos? ¿Por qué tantos escándalos? ¿Por qué circula una lista de firmas entre la comunidad raimondina, memorial con una serie de quejas que se hará llegar a la sede principal de los Oblatos de San José, en Lima?
El profe Blanco está leyendo estas líneas ahora, él sabe bien quién nos puede responder todas estas interrogantes. Él sabe (y nosotros también) que es inocente, por eso todos juntos elevamos nuestra voz desde Chimbote, desde esta trinchera, y gritamos ¡Profe Blanco, libertad!, nosotros estamos contigo...

domingo, 20 de junio de 2010

“Marea cultural”: La otra orilla del social media

Augusto Rubio Acosta

Desde muy jóvenes, cuando caímos en la cuenta de que la historia del periodismo cultural en el Perú había sido escrita siempre desde épocas inmemoriales por unos cuantos escogidos: los responsables de las páginas que la mayoría de medios escritos nacionales le dedican a la cultura, supimos que ésta ha sido siempre una historia de copy-paste de cables, de entrevistas, de promoción de escasos debates e ideas sobre hechos culturales en el país y el mundo, pero también de marginación y desconocimiento respecto a la escena cultural de las provincias.
Desde jóvenes oímos a los defensores del periodismo cultural tradicional aducir que el nivel educativo de la gente (sobre todo en el interior del país) es pobrísimo, que han descendido los lectores, que la mayoría de publicaciones especializadas continúa naufragando y que por eso los escritores y artistas carecen de espacios donde hacer visibles sus trabajos. Hay quienes –con los tiempos que corren y en su condición de geeks o de simples ciudadanos tech- señalan que las publicaciones de papel “están de salida” y que la crisis del formato obliga a mirar a la Internet como única tabla de salvación.
Se podrán decir muchas cosas, pero pocos o nadie manifiestan que la realidad del periodismo cultural peruano está en crisis y que sus propios actores son responsables de ello. El culto a los premios, el apego de las efemérides, el “amiguismo”, la tendencia a las modas culturales, el inevitable cambio en el modelo de negocio (aún por resolver) y esa especie de condicionamiento a publicar lo que viene de afuera, están matando el periodismo cultural, que por ahora –al estar sometido a intereses externos- se dedica mayormente a reproducir la agenda de las instituciones culturales públicas o privadas, olvidándose de las propias discusiones que deberían nacer de su seno. El otro gran responsable del problema es el Estado, ese monstruo burocrático y podrido que siempre le ha negado el apoyo a las publicaciones de carácter cultural.
Pero no llegamos aquí -ante esta página en blanco- para llenarla de lamentos y divagaciones, sino para dejar un suscinto testimonio de nuestra modesta experiencia en el periodismo cultural a través del social media.
Marea cultural” nació como blog en julio de 2007, luego de seis años de haber sido un programa de radio, un colectivo ciudadano dedicado a organizar y promover eventos de cultura y hasta un programa de tv. Desde el principio supimos que el audio, los gráficos animados, las fotografías y poco después el vídeo y las redes sociales nos acercaría mucho más a los lectores que –acostumbrados al papel y modo de lectura tradicional- poco a poco migrarían a estas nuevas plataformas para poder producir y transmitir conocimientos, dejando olvidados a los diarios y revistas que pierden lectores por su arrogancia e insistencia en pensar que sólo ellos tienen información digna de ser publicada. Desde el inicio nos preocupamos por constituirnos como el espacio que permita expresar, describir, informar, debatir y proponer visiones respecto a nuestra cultura y a fomentar el espíritu crítico de los ciudadanos. En el camino fuimos estrechando alianzas, sintonizando con la audiencia, generando fidelidad, acercamiento y debate entre ellos.
Desde mayo de 2009, “Marea cultural” dejó de ser el proyecto individual del suscrito. La fusión con Viadecape.TV, del geek @mijarosoft -quien pese a no ser periodista y proceder de la ingeniería de sistemas aporta una visión distinta en cómo plantear las cosas a la momento de estar en Internet, pues la perspectiva que propone es la del usuario, de lo que este está esperando al otro lado del monitor- permitió que nuestra iniciativa emprendedora nos conduzca a afinar el trabajo de equipo, a potenciar el soporte tecnológico y afinar la paciencia para verificar y editar los contenidos que nuestra audiencia (la más grande en la red peruana interesada en temas de cultura) consume ávidamente en diversos formatos. La nuestra es una fusión entre el periodista tradicional (por llamarlo de algún modo) y el periodista ciudadano. En el trabajo diario siempre están presentes la minuciosidad, la precisión, la imparcialidad, la transparencia y la independencia que todo periodista debe poseer; a pesar de las enormes dificultades que conlleva trabajar sin respaldo financiero alguno (no contamos con patrocinadores ni auspiciador que respalde nuestro proyecto), nos basta una flip para poder grabar, lo que tenemos en la cabeza, tenacidad para no rendirse y el escaso dinero que egresa de nuestro propio bolsillo (kamikaze times) para las decenas de viajes recorriendo el Perú.
En todo este tiempo, “Marea cultural” le ha dado voz a quienes nunca la habían tenido. Escritores, poetas, artistas plásticos, actores de teatro, gestores culturales, educadores, músicos y ciudadanos comunes y corrientes que tienen mucho que comunicar en cada una de sus disciplinas han sido entrevistados en vídeo, así como se han realizado coberturas de los más importantes eventos del rubro en el país. Consagrados o emergentes, todos han tenido espacio en la medida que poseen conocimientos que aportar o compartir. En suma, se ha hecho posible la participación activa de los actores culturales que intervienen en todo el procesamiento de la información de interés, formando opinión y promoviendo la participación ciudadana.
Darwin decía: “no sobrevivirán las especies más inteligentes ni las más fuertes, sino únicamente las que logren adaptarse al cambio”. Las claves para poder sobrevivir todos estos años residen en la capacidad de poder reinventarse de acuerdo a como se mueven los tiempos pero manteniendo una audiencia cautiva, apostando por el vídeo en plataformas al margen de Youtube, por la anticipación a la hora de publicar, por habitar la red durante más de 14 o 16 horas diarias, por el contradecir todo tipo de lógica, pero atendiendo siempre la experiencia del usuario. Hoy contamos con una vasta comunidad: cinco mil fans en Facebook (tanto en el perfil privado como en el público), mil cuatrocientos en Twitter, miles que visitan el blog diariamente, pero sobre todo el poder que significa la calidad e influencia de los seguidores y el sintonizar con los followers y con mucha gente que se ha sumado en la red a nuestra iniciativa para seguir creciendo.
Antes, la cultura sólo estaba presente en las portadas de los periódicos cuando algún mediático fallecía o cuando se concedían premios importantes o se inauguraba algo. Ahora el sector cultural es protagonista en la red porque se ha empoderado a los ciudadanos que desean (y necesitan) un país distinto.Marea cultural” seguirá apostando por el cambio social a través del social media, a pesar que existan todas las condiciones para nuestro cierre inminente. Desde estas líneas les agradecemos a todos.

viernes, 4 de junio de 2010

"Voces por el cambio": Chimbote, ciberactivismo y cambio social

Con la realización del Plantón y Foro Público S.0.S. ¡Arreglen las pistas de Chimbote!, evento convocado por el Colectivo Ciudadano "Voces por el cambio", la acción colectiva -a través del empoderamiento del ciudadano común y corriente que hace uso de las técnicas y las tecnologías de la información para movilizarse a favor de determinadas causas- se constituyó en un hecho concreto que demuestra el papel determinante que puede tener en el futuro la incipiente escena smart mob de Chimbote en los procesos sociales del puerto.
Con el nacimiento de "Voces por el cambio", hecho registrado espontáneamente en las redes sociales Facebook y Twitter a inicios de abril, la tecnología y las relaciones que se establecen entre los usuarios de la red en el puerto que Arguedas inmortalizó en su póstuma novela, empiezan a eliminar la división que todavía existe entre movilizadores y movilizados. Desde que creamos nuestra primera cuenta en blogger allá por el 2005 fuimos conscientes de que poco a poco avanzábamos y se empezaba a gestar un potente vehículo de cambio social y cultural. Al respecto, en Chimbote -con escasos blogs, casi inexistentes twitters y una creciente mayoría de feisbookers- las élites gobernantes demuestran una completa incapacidad de reacción ante las manifestaciones 2.0 que lentamente se adentran en la crítica social y acrecientan su poder en las redes.
La sociedad continúa evolucionando y en el otrora primer puerto pesquero del mundo pocos se han dado cuenta. Si en los años setenta Chimbote se constituyó en la enorme y natural olla hirviente en materia de reclamos y reivindicaciones sociales, en estos días -de bajo costo para acceder a las tecnologías de la comunicación- cada vez más ciudadanos jóvenes son conscientes de lo que realmente sucede a nuestro alrededor (al consumir información procedente de blogs, redes sociales y al depender menos de la prensa tradicional que mayormente sesga los contenidos a favor de determinados intereses), tornándose cierto sector de la masa en más participativa y responsable. Lo vemos a dirio en la red: poco a poco viene naciendo un sector crítico e inteligente que conforme se organice persiguirá objetivos determinados. En ese sentido, el crecimiento exponencial de algunos usuarios en las redes sociales no es gratuito, el contenido de calidad es lo que permitir ejercer influencia y contar con una verdadera comunidad.
En Chimbote, la jornada de ayer en la Plaza de Armas constituyó -desde nuestro humilde punto de vista- un primer paso, la primera piedra e hito innegable en la constriución de un nuevo imaginario social, la certeza de que es posible "bajar" al mundo real desde la red con una propuesta contundente, necesaria y urgente de implementar. Desde estas líneas hago extensivo este abrazo a mis compañeros de "Voces por el cambio", colectivo independiente y plural surgido en las redes sociales y que busca el cambio social y cultural del país, y a todos aquéllos que hacen posible el debate libre de ideas y su traslado al mundo físico: muchas gracias, seguiremos avanzando y haciéndonos fuertes en el social media y el mundo real.

martes, 18 de mayo de 2010

Plantón y Foro Público S.O.S. ¡Arreglen las pistas de Chimbote!

"Voces por el cambio", colectivo ciudadano independiente y plural empeñado en la construcción del cambio social del Perú y en la solución a la grave problemática que afronta Chimbote, convoca desde la red social Facebook al Plantón y Foro Público "S.O.S. ¡Arreglen las pistas de Chimbote!, a realizarse este jueves 3 de junio a partir de las 11:00 am en la berma central de la avenida Pardo (esquina con Enrique Palacios), Plaza de Armas.
En la cita, será posible escuchar de primera mano a los ciudadanos de diversas zonas del puerto que sufren desde hace mucho tiempo las consecuencias del abandono y el caos en que vivimos a raíz de las inconclusas y "prolongadas" obras públicas que han acarreado una serie de males ante la pasividad e indiferencia de las "autoridades", quienes también han sido invitadas a este evento.
El caótico paisaje que ofrece la ciudad de Chimbote guarda estrecha relación con la incapacidad de quienes dicen conducir el destino de la ciudad, así como con la desidia e incapacidad de los ciudadanos para hacer escuchar su voz.
"Voces por el cambio", a través de ésta la primera convocatoria 2.0 de activismo y participación ciudadana, aspira a generar la movilización social reformulando el ejercicio del poder a través de las nuevas tecnologías y de esta forma cambiar la agenda pública hasta ahora copada y dominada por medios de comunicación tradicionales mayormente de espaldas al pueblo y a favor de intereses económicos y grupo de poder. "Voces por el cambio" busca enhebrar esfuerzos con quienes mediante propuestas concretas desean solucionar los graves problemas que afronta Chimbote. ¡Súmate a esta cruzada!, ¡te esperamos!, ¡haz escuchar tu voz!...